sábado, 27 de septiembre de 2008

¿El Sistema electoral chileno es posible cambiarlo?



El sistema electoral Chileno que rige para las elecciones de Diputados y Senadores se denomina Binominal, el cual, ha sido innumerables veces cuestionado desde su puesta en marcha a partir del primer gobierno de la concertación, estos cuestionamientos, que se han incrementando en el tiempo principalmente por sectores políticos extraparlamentarios, de concertación e inclusive del actual gobierno de la presidenta Bachelet, no han logrado hasta el momento generar una propuesta que resulte en un cambio o reemplazo efectivo del este sistema. Esto nos lleva a la pregunta ¿Será posible cambiar el Sistema Binominal a 18 años de su funcionamiento? No obstante, para responder y relevar la importancia del tema, es importante comprender primeramente que es un sistema electoral y en segundo lugar contextualizar el momento en el cual emergió el Binominal, a su vez, tener claridad respecto a las dificultades que presenta para la profundización de la democracia en Chile, como también comprender la posición de los diferentes actores involucrados en el tema, que facilitan u obstruyen el cambio al Binominal.

En primer lugar, un sistema electoral va a ser entendido como el método a partir del cual se transforman los votos en escaños (Lijphart, 1995). Los escaños en este caso van a ser los cupos asignados para senadores y diputados a nivel nacional. El sistema electoral es una pieza clave de la democracia, porque contribuye a definir las relaciones de poder entre los distintos sectores de la sociedad, lo cual, tiene un efecto directo sobre los grados de participación ciudadana en cuanto a su representación, a través de las autoridades electas en la toma de decisiones relevantes para el país y en este sentido, un sistema electoral dependiendo de su diseño y estructura puede permitir en mayor o menor medida una mayor participación ciudadana a través de sus representantes, por ello, “mientras sean mayores las posibilidades de participación de los ciudadanos, más democrático es el Estado”
[1].

El Sistema Binominal es uno de los tantos sistemas electorales existentes en el mundo, y se entiende como un sistema proporcional de listas, en la que si la lista más votada dobla el porcentaje de votos de la segunda con mayores preferencias, son elegidos sus dos candidatos. De lo contrario, se eligen las dos primeras mayorías de las dos listas más votadas. En la práctica, una lista que obtiene el 34% de los votos, alcanza igual representación parlamentaria que una que logre el 66%, por lo tanto, ambas obtienen el 50% de los escaños. Este último punto es uno de los aspectos centrales de la crítica al sistema binominal, donde la segunda mayoría obtiene la misma fuerza política que la primera mayoría. Pero para entender lo anteriormente descrito es necesario considerar el momento histórico en que surge el propio sistema.

El Sistema Binominal, surge en el gobierno militar, consagrándose en la constitución del 1980 (En el año 2005, paso a ser una ley orgánica constitucional), la razones según sus mentores, era que permitía una mayor estabilidad política del país a diferencia del sistema electoral proporcional existente previo al golpe, que por el contrario, un sistema proporcional llevaría nuevamente a polarizaciones y crisis políticas permanentes. Por otro lado, el gobierno militar y la clase política civil del mismo gobierno, necesitaba un sistema que permitiera mantener todas las instituciones políticas y económicas creadas en el período, la pérdida del plebiscito de 1988, y por ende el rechazo mayoritario de la ciudadanía por continuar con la dictadura, dio lugar a la derecha, el pronosticar una eventual derrota de las próximas elecciones presidenciales acontecidas en 1989. Por tanto, era fundamental generar un sistema electoral en el parlamento que permitiera mantener el establishment en las instituciones económicas y políticas creadas en el período militar incluida la Constitución política de 1980. Si la derecha no permanecía en el poder a través de un gobierno democrático, a lo menos lo haría en el parlamento configurándose en una segunda fuerza política con un poder equivalente al de la primera mayoría (Concertación), y de esta forma obligar al gobierno de turno, a generar acuerdos o consensos para aprobar o rechazar las diversas leyes que el mismo ejecutivo presentara.

Sectores de la concertación justifican en parte el proceso antes mencionado en el marco de la denominada “Transición a la democracia”. Es decir, no habría sido posible transitar a la democracia pacíficamente sin haber establecido un pacto entre el gobierno militar y los actores políticos opositores de ese entonces, ante lo cual, hubo que configurar un proceso democrático “en la medida de lo posible”, sacrificando calidad democrática y por ende participación ciudadana efectiva.

Mencionado lo anterior, se puede señalar que 18 años de funcionamiento del Sistema Binominal, este ha cumplido fielmente los objetivos por los cuales fue creado, mantener la constitución de 1980, y gran parte de la institucionalidad generada en el gobierno militar. Obligando a los gobiernos de la Concertación a generar acuerdos con la derecha y por otra parte excluir a las llamadas terceras fuerzas políticas (Partidos políticos e independientes fuera de las dos grandes coaliciones políticas, Concertación y Alianza) del parlamento de obtener uno o unos escaños en el parlamento, por ejemplo, en 1989, el PC obtuvo el 27,9% de votos en Copiapó y 24% en el distrito 18 (Cerro Navia, Qta. Normal y Lo Prado), pero no logró ingresar con ningún diputado a la Cámara.

El Sistema Binominal en el tiempo indirectamente ha afectado el incremento por el desinterés por la no inscripción electoral por un sector importante de la jóvenes y de personas que se abstienen de votar, por ejemplo, para las elecciones de diputados en 1989 hubo una participación efectiva de un 74% de las personas en edad de votar y en el 2005 la cifra decayó a un 53%.

Existe a su vez una distorsión en la distribución de circunscripciones que genera una sobrepresentación o subrepresentación electoral dependiendo del caso, por ejemplo, existe una circunscripción en la XI que tiene alrededor de 57.000 electores, mientras que en otra circunscripción de la Región Metropolitana tienen más de 1,5 millones de electores, sin embargo, ambas circunscripciones tienen el mismo número de senadores a elegir (dos), obteniendo un mismo peso político en el parlamento. En consecuencia, el voto de un elector en la XI región vale 27 veces más que en la RM.

La competencia entre listas de candidatos es casi inexistente, ya que en general la concertación sabe que tiene asegurado un escaño en una circunscripción como también la derecha y por ende la competencia se da más bien al interior de las listas donde finalmente se opta por los candidatos que se consideran seguros o fuertes para ganar, que finalmente, son nominados por las cúpulas partidarias, más que por las bases sociales. Esto obstaculiza seriamente la renovación de los candidatos, y afecta el desinterés por parte de la ciudadanía por participar en el proceso eleccionario puesto que se percibe “que son siempre los mismos”.

Por otra parte, es importante mencionar que el Sistema Binominal también ha sido funcional a la Concertación, en ese sentido, “nadie quiere cortar una rama sobre la cual está sentado”. Y el oficialismo o Concertación solo estará dispuesto ha cambiar el Sistema Binominal, sí solo sí, eso no le significa perder escaños y fuerza en el parlamento, ya que incluir a terceras fuerzas, podría implicar repartir la torta entre más actores y por ende perder poder político y obviamente el objetivo de cada uno de los partidos es obtener la mayor representación parlamentaria. En otro sentido, existe unanimidad en el oficialismo que al modificar el Sistema Binominal, aumentaría la representación ciudadana y la derecha o Alianza podría perder fuerza política al interior del parlamento, el problema subyace entonces para el oficialismo, como generar un cambio sin afectar su representación parlamentaria.

En este contexto la derecha no está dispuesta a generar un cambio al Sistema Binominal, porque le significaría perder fuerza en el parlamento, segundo, no está quiere correr el riesgos que se rompa el establishment que ha permitido mantener una institucionalidad legada por el gobierno militar y que ha legitimado el modelo económico neoliberal en democracia.

Hay que considerara, además, que para cambiar el Sistema Binominal se necesita un quórum especialísimo de 3/5 de los diputados y senadores en ejercicio. Es decir, casi todos los diputados y senadores tendrían que votar a favor del cambio.

En conclusión, ¿es posible en el presente cambiar el Sistema Binominal? La respuesta es no, primero la Concertación tendría que ponerse de acuerdo de cómo cambiarlo y eso aún se ve lejano-de hecho se han creado comisiones al respecto que mueren en el tiempo-, segundo, una vez que se ponga de acuerdo, consensuar el cambio con la derecha, lo cual es casi imposible, por las razones antes mencionadas.

Entonces cual es el camino para llegar en el tiempo al cambio del Sistema Binominal, eso lo dirá el tiempo, pero sin duda, las organizaciones de base, los gremios, sindicatos, los movimientos sociales, intelectuales, tendrán un rol que jugar en pro de la consecución de una democracia más participativa e inclusiva de todo el conjunto de minorías sociales de menor a mayor tamaño, que en definitiva conforman el Chile de hoy y del futuro.

Bibliografía

Fuentes Claudio, Ríos Marcela, Una Reforma Necesaria “Efectos del Sistema Binominal, FLACSO Chile, 2007
Altmann Barbon Josette, Democratizar la democracia, de la democracia electoral a la participativa, Fundación Carolina, Agosto 2007
Figueroa Pedro, Dockendorff Andrés, Salinas Alejandro “Sistema Electoral Binominal Una Revisión De La Literatura Y Las Propuestas De Reforma
FLACSO Chile, Apuntes de Cátedra, Análisis Político, Magíster en Política y Gobierno, 2008


[1] Altmann Barbon Josette, Democratizar la democracia, de la democracia electoral a la participativa, Fundación Carolina, Agosto 2007